A PROPÓSITO DEL DHA
A pesar de que las autoridades sanitarias (según el REGLAMENTO (UE) Nº 432/2012) sólo aceptan que los omega 3 EPA y DHA (eicosapentaenoico y docosahexaenoico) contribuyen al funcionamiento normal del corazón, y además, que el DHA (pero no el EPA) contribuye a mantener el funcionamiento normal del cerebro y al mantenimiento de la visión en condiciones normales, podemos asegurar, apoyándonos en los miles de estudios publicados y en la opinión de muchos científicos, que complementar nuestra nutrición con suplementos de DHA nos va a ayudar a mejorar en todos los aspectos relacionados con nuestra salud (1).
De especial relevancia es el hecho de que cuando comienza a formarse el cerebro en un feto, ese tejido comienza a acumular DHA procedente de la madre y durante toda la vida mantenemos en el cerebro una gran cantidad de DHA (2,3). Un inadecuado suministro de DHA en estos momentos del desarrollo fetal, especialmente en el último trimestre de embarazo, acarreará nefastas consecuencias para la salud del bebé, especialmente a nivel de neurodesarrollo, como puede ser el caso de los niños nacidos prematuros si no reciben un adecuado suministro de DHA (4). Hay muchas evidencias científicas que relacionan los niveles de este ácido graso poliinsaturado con el correcto neurodesarrollo, el buen funcionamiento cerebral y un saludable neuroenvejecimiento. Se ha señalado relación de la baja ingesta de DHA con enfermedades y síndromes que afectan al cerebro (1), como el Alzheimer y las demencias, el parkinson, la esclerosis multiple, la epilepsia, los ictus, la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, los trastornos por déficit de atención e hiperactividad, o el autismo. Sin embargo, los más escépticos no aceptan esto, debido a que no hay grandes estudios doble ciego controlados con placebo. Pero hay que pensar en la dificultad de realizar estos estudios por su elevado coste.
Actualmente se conoce la influencia del DHA en la regulación de la inflamación, que nuestras células ponen en marcha en su intento por recuperar la homeostasis que han perdido como consecuencia de alguno de los muchos procesos que pueden alterarla. Que los omega 3, y en especial DHA, tienen efecto antiinflamatorio, se conoce desde hace bastante tiempo, pero los mecanismos moleculares íntimos que conducen a este efecto, han comenzado a descubrirse hace poco más de una década. Ahora sabemos que el DHA se transforma mediante reacciones enzimáticas en moléculas de gran potencia llamadas docosanoides (5).
El docosanoide más documentado es la Neuroprotectina D1, abreviado NPD1 (6). Se ha comprobado que la NPD1 puede modular la respuesta inflamatoria en todas sus fases, disminuyendo la producción de moléculas proinflamatorias (prostaglandinas, leucotrienos, tromboxanos, etc.), modulando la activación de células defensivas (linfocitos, macrófagos, etc.) y mediando la expresión de algunos genes, interactuando con determinados factores nucleares. Un ejemplo es el bloqueo de la apoptosis de células cerebrales tras el proceso de isquemia/reperfusión que acontece después de un ictus, en el cual la NPD1 actúa bloqueando la expresión de genes pro-apoptosis y promoviendo la expresión de genes anti-apoptosis (7,8). Aunque es también enorme el interés con el que se estudia la acción de la NPD1 en los procesos neurodegenerativos, como el Alzheimer, en los que se evidencia un freno importante en la evolución de los mismos cuando se comienza el tratamiento de forma precoz (9,10).
Son muchos los docosanoides que se han descubierto y aún continúan identificandose, y tienen algunas otras acciones interesantes, como interactuar con receptores de cannabinoides, lo que implica que muchos de los beneficios que aporta el DHA son debidos a las acciones de estos derivados (11). Todos los docosanoides comparten el hecho de actuar en cantidades muy pequeñas, en el rango de micro o nanogramos, mientras que la ingesta de DHA requiere de uno o más gramos diarios para mantener los niveles de los tejidos. Esto nos lleva a considerar algo importante, que es que el DHA se conserva en determinados tejidos para hacer que esos tejidos funcionen muy bien y no tengan problemas, por eso se conserva principalmente en el cerebro y la retina, dos tejidos muy importantes para nuestra supervivencia (2). El otro tejido importante donde se conserva el DHA es el reproductor, espermatozoides y óvulos lo necesitan y su carencia se relaciona con problemas de fertilidad (12).
El DHA es un producto con unas características especiales, diseñado para alcanzar la máxima absorción y biodisponibilidad. Para ello, se ha purificado el DHA a partir de aceite de pescado procedente de anchoa. Un pez pequeño, que ocupa un lugar basal en la cadena trófica marina, gracias a ello no acumula metales pesados, a diferencia de otros grandes depredadores como el atún. Además, es un pez que vive en corrientes marinas de agua fría y limpia que sólo encuentran lejos de la costa.
Se trata de un DHA que se ha esterificado enzimáticamente en un triglicérido, porque nuestro sistema digestivo lo procesa mejor y así se maximiza su absorción.
El producto DHA, contiene una cantidad de EPA residual muy reducida, inferior al 5%, lo cual también es importante para asegurar la máxima biodisponibilidad del DHA, porque EPA compite por la absorción y biodisponibilidad con el DHA (2).
Además, la alta concentración del DHA permite alcanzar los 1000 mg de DHA en cada cápsula. Esta cantidad nos permite alcanzar un grado de suplementación excelente con tan sólo ingerir una cápsula diaria. Aunque dependiendo de las necesidades y bajo consejo de un profesional, se puede aumentar la ingesta diaria hasta cuatro cápsulas o más.
REFERENCIAS:
1.- Bazán, N.G., y cols. (2011) Docosahexaenoic acid signalolipidomics in nutrition: significance in aging, neuroinflammation, macular degeneration, Alzheimer’s, and other neurodegenerative diseases. Annu Rev Nutr. Aug 21;31:321-51.
2.- Arterburn, L.M., y cols. (2006) Distribution, interconversion, and dose response of n-3 fatty acids in humans. Am J Clin Nutr. Jun;83(6 Suppl):1467S-1476S.
3.- Kuipers, R.S., (2012) Gestational age dependent changes of the fetal brain, liver and adipose tissue fatty acid compositions in a population with high fish intakes. Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids. Apr;86(4-5):189-99.
4.- Crawford M. (2000) Placental delivery of arachidonic and docosahexaenoic acids: implications for the lipid nutrition of preterm infants. Am J Clin Nutr. Jan;71(1 Suppl):275S-84S.
5.- Levy, B.D. (2012) Resolvin D1 and Resolvin E1 Promote the Resolution of Allergic Airway Inflammation via Shared and Distinct Molecular Counter-Regulatory Pathways. Front Immunol. Dec 28; Vol3: Art. 390.
6.- Mukherjee, P.K. y cols. (2004) Neuroprotectin D1: a docosahexaenoic acid-derived docosatriene protects human retinal pigment epithelial cells from oxidative stress. Proc Natl Acad Sci USA. Jun 1;101(22):8491-6.
7.- Eady, T.N., y cols., (2012) Docosahexaenoic acid signaling modulates cell survival in experimental ischemic stroke penumbra and initiates long-term repair in young and aged rats. PLoS One.;7(10).
8.- Bazan, N.G., (2009) Neuroprotectin D1-mediated anti-inflammatory and survival signaling in stroke, retinal degenerations, and Alzheimer’s disease. J Lipid Res. Apr;50 Suppl:S400-5.
9.- Yurko-Mauro, K., y cols. (2015) Docosahexaenoic acid and adult memory: a systematic review and meta-analysis. PLoS One. Mar 18;10(3)
10.- Lukiw, W.J., y cols. (2005) A role for docosahexaenoic acid-derived neuroprotectin D1 in neural cell survival and Alzheimer disease. J Clin Invest. Oct;115(10):2774-83.
11.- Yang, R., y cols. (2011) Decoding functional metabolomics with docosahexaenoyl ethanolamide (DHEA) identifies novel bioactive signals. J Biol Chem. Sep 9;286(36):31532-41.
12.- Oborna, I., y cols., (2010) Increased lipid peroxidation and abnormal fatty acid profiles in seminal and blood plasma of normozoospermic males from infertile couples. Hum Reprod. Feb;25(2):308-16.
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