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Actualización, perspectivas y derivados del DHA

Estructura, función y órganos diana.

El DHA es un ácido graso poliinsaturado omega 3 de cadena larga, 22 carbonos y 6 dobles enlaces. Es una molécula esencial en cerebro y retina para las funciones básicas, como la cognitiva y visual, entre otras, y un factor de protección cardiovascular. A pesar de que no hay estudios clínicos que demuestren que reduce la mortalidad de forma independiente, hay muchas pruebas de que su ingesta protege de las enfermedades cardiovasculares (1,2,13).
No fabricamos DHA en cantidad suiciente, por lo que dependemos de su ingesta para mantener los niveles necesarios en el organismo.(2). Estos niveles, según las autoridades y sociedades cientíicas más importantes, como la OMS, se podrían alcanzar ingiriendo entre 1000 y 2000 mg de omega 3 al día. La realidad pasa porque su ingesta media en la población mundial no alcanza ni 100 mg de DHA diarios, por tanto es el único nutriente esencial carencial en toda la población mundial (independientemente de la dieta, edad, etc.).

El DHA se acumula y se concentra básicamente en tres tejidos muy importantes para nuestra supervivencia: retina, cerebro y esperma. Su presencia en éstos tejidos asegura que las células correspondientes funcionen de forma adecuada y no tengan problemas (2), es por ello que una carencia del mismo en alguno de estos tejidos puede agravar una serie de patologías graves, como retinosis pigmentaria, DMAE, deterioro cognitivo, Alzheimer, Parkinson, y problemas de fertilidad (12).

El neurodesarrollo y la función cognitiva

De especial relevancia es el hecho de que cuando comienza a formarse el cerebro en un feto, ese tejido comienza a acumular DHA procedente de la madre, y durante toda la vida mantenemos en el cerebro una gran cantidad de DHA (2,3). Un inadecuado suministro de DHA en estos momentos del desarrollo fetal,
especialmente en el último trimestre de embarazo, acarreará nefastas consecuencias para la salud del bebé, especialmente a nivel de neurodesarrollo, como puede ser el caso de los niños nacidos prematuros si no reciben un adecuado suministro de DHA (4).

Hay muchas evidencias cientíicas que relacionan los niveles de este ácido graso poliinsaturado con el correcto neurodesarrollo, el buen funcionamiento cerebral y un saludable neuroenvejecimiento. Se ha señalado relación de la baja ingesta de DHA con enfermedades y síndromes que afectan al cerebro (1), como el Alzheimer y las demencias, el Parkinson, la esclerosis multiple, la epilepsia, los ictus, la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, los trastornos por déicit de atención e hiperactividad, o el autismo.

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Los derivados del DHA en la regulación de la inlamación: la NPD1

Actualmente se conoce la inluencia del DHA en la regulación de la inlamación (1,8,13), que nuestras células ponen en marcha en su intento por recuperar la homeostasis que han perdido como consecuencia de alguno de los muchos procesos que pueden alterarla. Que los omega 3, y en especial DHA, tienen efecto
antiinlamatorio, se conoce desde hace bastante tiempo, pero los mecanismos moleculares íntimos que conducen a este efecto, han comenzado a descubrirse hace poco más de una década.

Ahora sabemos que el DHA se transforma mediante reacciones enzimáticas en moléculas de gran potencia llamadas docosanoides (5). El docosanoide más documentado es la Neuroprotectina D1, abreviado NPD1 (6). Se ha comprobado que la NPD1 puede modular la respuesta inlamatoria en todas sus fases, disminuyendo la producción de moléculas proinlamatorias (prostaglandinas, leucotrienos, tromboxanos, etc.), modulando la activación de células defensivas (linfocitos, macrófagos, etc.) y mediando la expresión de algunos genes, interactuando con determinados factores nucleares. Un ejemplo es el bloqueo de la apoptosis de células cerebrales tras el proceso de isquemia/reperfusión que acontece después de un ictus, en el cual la NPD1 actúa bloqueando la expresión de genes proapoptosis y promoviendo la expresión de genes anti-apoptosis (7,8). Aunque es también enorme el interés con el que se estudia la acción de la NPD1 en los procesos neurodegenerativos, como el Alzheimer, en los que se evidencia un freno importante en la evolución de los mismos cuando se comienza el tratamiento de forma precoz (9,10).

Son muchos los docosanoides que se han descubierto y aún continuan identiicandose, y tienen algunas otras acciones interesantes, como interactuar con receptores de cannabinoides, lo que implica que muchos de los beneicios que aporta el DHA son debidos a las acciones de estos derivados (11). Todos los docosanoides comparten el hecho de actuar en cantidades muy pequeñas, en el rango de micro o nanogramos, mientras que la ingesta de DHA requiere de uno o más gramos diarios para mantener los niveles de los tejidos.

Patologías y aplicaciones terapéuticas

Las patologías que se pueden tratar con el DHA son numerosas y de etiología muy diversa. En consecuencia, la posología y dosiicación del producto cambian según las necesidades de la patología.

Si nuestra intención es reponer niveles de DHA en los órganos diana, (como por ejemplo el caso de deterioro cognitivo leve o TDAH) con 1 o 2 gr al día repartidos en dos tomas sería una posología adecuada (9). Pero si nuestra intención es producir NPD1 (como en el caso de enfermedades neurodegenerativas, inlamatorias o isquémicas), la posología a emplear sería 1 gr por cada 20 kg de peso en una sola toma.

Es a partir de una dosis de DHA de 50 mg/kg/día, (1 gr de DHA cada 20 kg de peso), cuando se produce NPD1, siendo la respuesta terapéutica dosis dependiente. Es de vital importancia tener en cuenta que, para la producción de NPD1, la ingesta de los 50 mg/kg/día de DHA ORIGEN NPD1 ha de realizarse en la misma toma para permitir la saturación de las enzimas que procesan el DHA, y que parte de este DHA quede en forma libre y pueda ejercer de sustrato de una enzima, la lipoxigenasa 15, que lo convertirá en NPD1.

Según diversos estudios recientes hay una forma de obtener mayor producción de NDP1 a partir de la misma cantidad de DHA. Añadiendo ácido acetilsalicílico a la toma de DHA la cantidad de NPD1 será superior, debido a la acetilación de la enzima COX-2, esta dejará de usar su sustrato habitual (el ácido araquidónico), para convertir DHA en AT-NPD1 (aspirine-triggered NPD1). ¼ de aspirina o el uso de tromalid 150/300 sería un acompañante perfecto de altas dosis de DHA para un incremento de la síntesis de NPD1.

El DHA en los suplementos de Omega 3

Hay mucha diferencia entre los diferentes preparados de DHA empleados en los estudios clínicos y epidemiológicos. Estas diferencias afectan al resultado de los estudios, ya que introducen sesgos muy importantes:

  1. No todos los omega 3 son iguales, cada marca comercial tiene una concentración, extracción, purificación, una cantidad de EPA, DHA y de otros ácidos grasos distinta, por lo tanto, airmar que todos los suplementos de omega 3 son iguales es erróneo, ya que son más bien heterogéneos.
  2. La biodisponibilidad del DHA es muy limitada en los alimentos y suplementos de omega 3 de baja concentración.
  3. El EPA, es otro omega 3 que está presente en mayor cantidad que el DHA en los suplementos con omega 3 más antiguos y menos puriicados. Esto introduce un sesgo porque el EPA es un inhibidor competitivo de la absorción del DHA, puesto que a mayor dosis de EPA más disminuye la biodisponibilidad del DHA en el organismo (2).

El EPA no está presente en cerebro, retina, esperma, ni otros órganos diana (en cantidades relevantes); y recientemente algunos estudios han demostrado que sólo los niveles de DHA, pero no los de EPA, están correlacionados con determinados beneicios cardiovasculares.

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EL ÁCIDO FITÁNICO Y EL DHA. Es hora de hablar con rigor científico.

Algunas informaciones difundidas por laboratorios que comercializan DHA purificado, están alarmando sobre el daño que van a causar otros aceites de DHA purificado “asegurando” que no están libres de ácido fitánico, como argumento para vender ellos más. Esta alarma, lejos de estar fundada, es un ejercicio más de la falta de rigor con la que actúan algunas personas en este sector de los suplementos nutricionales, además de confundir a muchos profesionales de la salud que ante esta situación optan por no recomendar a sus pacientes unos productos que no sólo son seguros, sino que son muy beneficiosos para la salud.

El ácido fitánico es un ácido graso ramificado que se origina en el metabolismo del anillo fitol de la clorofila. Por ello, lo encontramos en cantidades importantes en la leche y la carne de los rumiantes, y en el pescado en menor proporción. Sin embargo, al procesar el pescado para obtener aceite de pescado, se concentra también el ácido fitánico y puede alcanzar niveles elevados.

¿Y que importancia tienen los niveles elevados de ácido fitánico en los alimentos? Pues como demuestran en su estudio Werner y cols. Effect of dairy fat on plasma phytanic acid in healthy volunteers – a randomized controlled study. Lipids in Health and Disease, 10:95, 2011, la respuesta no es sencilla, ya que el nivel de fitánico en plasma no va a depender sólo de la cantidad ingerida en la dieta, si no que también influye la capacidad para metabolizarlo que tenga cada persona. En primer lugar, hay que señalar que el ácido fitánico es metabolizado por una enzima (Fitanoil-CoA hidroxilasa) que está localizada en los peroxisomas. Para ello, es necesario que el fitánico sea transportado al interior del peroxisoma mediante la proteína-D-bifuncional. La gran mayoría de las personas podemos metabolizar el ácido fitánico y mantenemos niveles plasmáticos normales. El control del fitánico se produce gracias a que cuando se incrementa su nivel plasmático, aumenta la expresión de la enzima que lo metaboliza. Se cree que el control fino de su nivel plasmático es importante, ya que la influencia del fitánico en la salud tiene dos caras. Si se alcanzan niveles plasmáticos elevados, su influencia sobre la salud es negativa, mientras que si los niveles son normales se ha comprobado que el fitánico tiene un efecto positivo sobre la salud, pudiendo reducir el riesgo de desarrollo de diabetes y otras enfermedades metabólicas.

Pero hay algunos pacientes con trastornos genéticos muy poco frecuentes, como el síndrome de Zellweger o el síndrome de Refsum, que se caracterizan por una deficiencia en los peroxisomas que carecen de la proteína-D-bifuncional o mutaciones en la fitanoil-CoA hidroxilasa y no pueden metabolizar el ácido fitánico, debido a lo cual estas personas presentan niveles plasmáticos demasiado elevados, acumulan fitánico en todos los órganos y van a sufrir muchos problemas, principalmente polineuropatías. Los pacientes con estos síndromes tienen dietas libres de fitánico evitando, por ejemplo, el consumo de productos lácteos, pero incluso el consumo de clorofila les acarrea producción endógena de fitánico. A estos pacientes, el consumo de aceites de pescado con alto contenido de ácido fitánico les va a agravar el problema, pero tienen la opción de tomar un aceite de pescado de DHA purificado y libre de ácido fitánico, como algunos DHAs que ya están en el mercado.

Los mecanismos bioquímicos por los que el ácido fitánico ejerce sus efectos metabólicos positivos, se explican en la revisión publicada por Grygiel-Górniak B. Peroxisome proliferatoractivated receptors and their ligands: nutritional and clinical implications–a review. Nutrition Journal. Feb 14;13:17, 2014. Al igual que otras muchas moléculas, entre las que están otros ácidos grasos insaturados como los omega 3 EPA y DHA, la vitamina D, retinoides, las hormonas tiroideas
y algunos fármacos como las glitazonas y los fibratos, el fitánico es un ligando agonista del sistema de receptores nucleares PPAR-RXR (peroxisome proliferator-activated receptor – retinoid X receptor), que están implicados en el control de la expresión de muchos genes relacionados con el  metabolismo lipídico y glucídico. Sin embargo, los efectos citotóxicos del fitánico continuan bajo investigación, aunque se sabe que son debidos a su acumulación en las membranas celulares, principalmente en las mitocondrias, las cuales dejan de funcionar correctamente, desembocando en la apoptosis de la célula.

También se ha comprobado en algunos estudios, como el de Bompaire y cols. Refsum Disease Presenting with a Late-Onset Leukodystrophy. JIMD Reports. 355, 2014, que como consecuencia del envejecimiento algunos pacientes sufren enfermedades en las que se evidencian síndromes peroxisomales. Entre ellos, alguno puede ver afectada su capacidad para metabolizar el ácido fitánico y en consecuencia deberían controlar la ingesta del mismo. Estos pacientes desarrollan un síndrome de Refsum a una edad avanzada, y pueden confundirse con demencias de tipo Alzheimer. Por eso es recomendable, que todos los pacientes que estén desarrollando enfermedades debidas al neuroenvejecimiento, en lugar de tomar suplementos de aceite de pescado con alto nivel de fitánico, tomen DHA purificado.

Según un cálculo bastante conservador del estudio de Ollberding y cols. Phytanic acid and the risk of non-Hodgkin lymphoma. Carcinogenesis vol.34 no.1 pp.170–175, 2013, realizado en Nebraska (USA) en 66 condados diferentes con una ingesta frecuente de carne roja, carne procesada y productos lácteos, teniendo en cuenta los nutrientes más frecuentes y el contenido de ácido fitánico en cada uno, la ingesta diaria de ácido fitánico es de unos 30 mg por cada 1000 kcal de ingesta. La muestra de 796 individuos fue analizada mediante un cuestionario de frecuencia de alimentos denominado Health Habits and History Questionnaire, que consta de 117 preguntas. Su ingesta calórica estaba entre 800 y 6000 kcal los hombres, y entre 600 y 5000 kcal las mujeres. Esto supone que la ingesta diaria de ácido fitánico estará entre 18 y 180 mg al día. La leche entera de vaca contiene 9,7 mg de ácido fitánico por cada 100 gramos, la mantequilla 1,7 mg por gramo, la carne de vacuno tiene 33 mg por cada 100 gramos y el pescado 21 mg en cada 100 gramos.

Según las analíticas, el nuestro DHA está libre de ácido fitánico. Hay otras marcas que anuncian el mismo dato para productos similares. Sin embargo, técnicamente hablando, sólo se puede garantizar que el DHA está libre de ácido fitánico hasta el umbral de detección de los analizadores, los cuales son capaces de detectarlo si la muestra tiene más de 90 microgramos. Supongamos que estamos ante el peor de los escenarios, que cada cápsula de DHA contiene esos 90 microgramos. Estaríamos tomando una cantidad 200 veces menor que los 18 mg de ácido fitánico que consume una persona normal que coma muy poco (600 kcal al día) o 2000 veces menor que una persona con una dieta de 6000 kcal al día.

Es de esperar que con las modernas técnicas de purificación del DHA, como es el caso de la concentración supercrítica con CO2, que se emplea para purificar el nuestro DHA , la cantidad de fitánico de cada cápsula sea nula o casi nula. Pero aunque fuese próxima a esos 90 microgramos del umbral de detección de las analíticas, preocuparse por ella no es lógico, pues estaríamos ante una cantidad ínfima en comparación con la cantidad que estamos ingiriendo cada día en la dieta, ya que una simple ración de 100 gramos de pescado tiene más fitánico que 200 cápsulas y 100 gramos de carne tienen el fitánico de casi 400 cápsulas.

Javier Terán. Dr. en Bioquímica y Biología Molecular.

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A PROPÓSITO DEL DHA

A pesar de que las autoridades sanitarias (según el REGLAMENTO (UE) Nº 432/2012) sólo aceptan que los omega 3 EPA y DHA (eicosapentaenoico y docosahexaenoico) contribuyen al funcionamiento normal del corazón, y además, que el DHA (pero no el EPA) contribuye a mantener el funcionamiento normal del cerebro y al mantenimiento de la visión en condiciones normales, podemos asegurar, apoyándonos en los miles de estudios publicados y en la opinión de muchos científicos, que complementar nuestra nutrición con suplementos de DHA nos va a ayudar a mejorar en todos los aspectos relacionados con nuestra salud (1).

De especial relevancia es el hecho de que cuando comienza a formarse el cerebro en un feto, ese tejido comienza a acumular DHA procedente de la madre y durante toda la vida mantenemos en el cerebro una gran cantidad de DHA (2,3). Un inadecuado suministro de DHA en estos momentos del desarrollo fetal, especialmente en el último trimestre de embarazo, acarreará nefastas consecuencias para la salud del bebé, especialmente a nivel de neurodesarrollo, como puede ser el caso de los niños nacidos prematuros si no reciben un adecuado suministro de DHA (4). Hay muchas evidencias científicas que relacionan los niveles de este ácido graso poliinsaturado con el correcto neurodesarrollo, el buen funcionamiento cerebral y un saludable neuroenvejecimiento. Se ha señalado relación de la baja ingesta de DHA con enfermedades y síndromes que afectan al cerebro (1), como el Alzheimer y las demencias, el parkinson, la esclerosis multiple, la epilepsia, los ictus, la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, los trastornos por déficit de atención e hiperactividad, o el autismo. Sin embargo, los más escépticos no aceptan esto, debido a que no hay grandes estudios doble ciego controlados con placebo. Pero hay que pensar en la dificultad de realizar estos estudios por su elevado coste.

Actualmente se conoce la influencia del DHA en la regulación de la inflamación, que nuestras células ponen en marcha en su intento por recuperar la homeostasis que han perdido como consecuencia de alguno de los muchos procesos que pueden alterarla. Que los omega 3, y en especial DHA, tienen efecto antiinflamatorio, se conoce desde hace bastante tiempo, pero los mecanismos moleculares íntimos que conducen a este efecto, han comenzado a descubrirse hace poco más de una década. Ahora sabemos que el DHA se transforma mediante reacciones enzimáticas en moléculas de gran potencia llamadas docosanoides (5).

El docosanoide más documentado es la Neuroprotectina D1, abreviado NPD1 (6). Se ha comprobado que la NPD1 puede modular la respuesta inflamatoria en todas sus fases, disminuyendo la producción de moléculas proinflamatorias (prostaglandinas, leucotrienos, tromboxanos, etc.), modulando la activación de células defensivas (linfocitos, macrófagos, etc.) y mediando la expresión de algunos genes, interactuando con determinados factores nucleares. Un ejemplo es el bloqueo de la apoptosis de células cerebrales tras el proceso de isquemia/reperfusión que acontece después de un ictus, en el cual la NPD1 actúa bloqueando la expresión de genes pro-apoptosis y promoviendo la expresión de genes anti-apoptosis (7,8). Aunque es también enorme el interés con el que se estudia la acción de la NPD1 en los procesos neurodegenerativos, como el Alzheimer, en los que se evidencia un freno importante en la evolución de los mismos cuando se comienza el tratamiento de forma precoz (9,10).

Son muchos los docosanoides que se han descubierto y aún continúan identificandose, y tienen algunas otras acciones interesantes, como interactuar con receptores de cannabinoides, lo que implica que muchos de los beneficios que aporta el DHA son debidos a las acciones de estos derivados (11). Todos los docosanoides comparten el hecho de actuar en cantidades muy pequeñas, en el rango de micro o nanogramos, mientras que la ingesta de DHA requiere de uno o más gramos diarios para mantener los niveles de los tejidos. Esto nos lleva a considerar algo importante, que es que el DHA se conserva en determinados tejidos para hacer que esos tejidos funcionen muy bien y no tengan problemas, por eso se conserva principalmente en el cerebro y la retina, dos tejidos muy importantes para nuestra supervivencia (2). El otro tejido importante donde se conserva el DHA es el reproductor, espermatozoides y óvulos lo necesitan y su carencia se relaciona con problemas de fertilidad (12).

El DHA es un producto con unas características especiales, diseñado para alcanzar la máxima absorción y biodisponibilidad. Para ello, se ha purificado el DHA a partir de aceite de pescado procedente de anchoa. Un pez pequeño, que ocupa un lugar basal en la cadena trófica marina, gracias a ello no acumula metales pesados, a diferencia de otros grandes depredadores como el atún. Además, es un pez que vive en corrientes marinas de agua fría y limpia que sólo encuentran lejos de la costa.

Se trata de un DHA que se ha esterificado enzimáticamente en un triglicérido, porque nuestro sistema digestivo lo procesa mejor y así se maximiza su absorción.

El producto DHA, contiene una cantidad de EPA residual muy reducida, inferior al 5%, lo cual también es importante para asegurar la máxima biodisponibilidad del DHA, porque EPA compite por la absorción y biodisponibilidad con el DHA (2).

Además, la alta concentración del DHA permite alcanzar los 1000 mg de DHA en cada cápsula. Esta cantidad nos permite alcanzar un grado de suplementación excelente con tan sólo ingerir una cápsula diaria. Aunque dependiendo de las necesidades y bajo consejo de un profesional, se puede aumentar la ingesta diaria hasta cuatro cápsulas o más.

REFERENCIAS:

1.- Bazán, N.G., y cols. (2011) Docosahexaenoic acid signalolipidomics in nutrition: significance in aging, neuroinflammation, macular degeneration, Alzheimer’s, and other neurodegenerative diseases. Annu Rev Nutr. Aug 21;31:321-51.

2.- Arterburn, L.M., y cols. (2006) Distribution, interconversion, and dose response of n-3 fatty acids in humans. Am J Clin Nutr. Jun;83(6 Suppl):1467S-1476S.

3.- Kuipers, R.S., (2012) Gestational age dependent changes of the fetal brain, liver and adipose tissue fatty acid compositions in a population with high fish intakes. Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids. Apr;86(4-5):189-99.

4.- Crawford M. (2000) Placental delivery of arachidonic and docosahexaenoic acids: implications for the lipid nutrition of preterm infants. Am J Clin Nutr. Jan;71(1 Suppl):275S-84S.

5.- Levy, B.D. (2012) Resolvin D1 and Resolvin E1 Promote the Resolution of Allergic Airway Inflammation via Shared and Distinct Molecular Counter-Regulatory Pathways. Front Immunol. Dec 28; Vol3: Art. 390.

6.- Mukherjee, P.K. y cols. (2004) Neuroprotectin D1: a docosahexaenoic acid-derived docosatriene protects human retinal pigment epithelial cells from oxidative stress. Proc Natl Acad Sci USA. Jun 1;101(22):8491-6.

7.- Eady, T.N., y cols., (2012) Docosahexaenoic acid signaling modulates cell survival in experimental ischemic stroke penumbra and initiates long-term repair in young and aged rats. PLoS One.;7(10).

8.- Bazan, N.G., (2009) Neuroprotectin D1-mediated anti-inflammatory and survival signaling in stroke, retinal degenerations, and Alzheimer’s disease. J Lipid Res. Apr;50 Suppl:S400-5.

9.- Yurko-Mauro, K., y cols. (2015) Docosahexaenoic acid and adult memory: a systematic review and meta-analysis. PLoS One. Mar 18;10(3)

10.- Lukiw, W.J., y cols. (2005) A role for docosahexaenoic acid-derived neuroprotectin D1 in neural cell survival and Alzheimer disease. J Clin Invest. Oct;115(10):2774-83.

11.- Yang, R., y cols. (2011) Decoding functional metabolomics with docosahexaenoyl ethanolamide (DHEA) identifies novel bioactive signals. J Biol Chem. Sep 9;286(36):31532-41.

12.- Oborna, I., y cols., (2010) Increased lipid peroxidation and abnormal fatty acid profiles in seminal and blood plasma of normozoospermic males from infertile couples. Hum Reprod. Feb;25(2):308-16.

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El DHA Y LA INMUNIDAD

Hay temas fáciles y otros más difíciles, algunos muy complicados y después está la inmunología. El concepto de “defensivo” aplicado al sistema inmune es relativamente sencillo de entender, pues nos imaginamos a unas células circulando por la sangre que se comen a las bacterias que nos infectan. Pero la cosa es mucho más compleja, y basta pensar en las enfermedades autoinmunes para darse cuenta.

Otro campo que está tomando mucha relevancia dentro de la inmunología son las alergias, debido principalmente al aumento de niños que padecen de alergia a algún alimento, y a los que presentan reacciones asmáticas desde edades muy tempranas. De entrada, los expertos pensaron en la influencia del ambiente, que junto a la genética, siempre es uno de los “sospechosos habituales”. Se lanzó la hipótesis de que la ausencia de contacto entre los bebes y los ácaros del polvo, eran los culpables de que el niño desarrollara después asma, un tipo de reacción inmune que afecta a las vías respiratorias y que básicamente consiste en una inflamación aguda del epitelio bronquial, con las consecuencias que son de sobra conocidas.

Algo similar ocurre con las alergias alimentarias, sólo que estas afectan más al epitelio intestinal, y sus síntomas son más difíciles de relacionar con la ingesta de un nutriente concreto, como los celiacos con el gluten.

Si el niño presenta algún problema alérgico, hay que considerar que en el tratamiento de los trastornos en los que está implicada una reacción inflamatoria, se pueden emplear fármacos antiinflamatorios, que sin duda son eficaces pero que no están exentos de efectos adversos. O también se puede utilizar un producto natural muy bien tolerado como es el DHA. Un paciente asmático que perciba la llegada de un ataque de asma, puede moderar su intensidad tomando una cápsula de DHA por cada 20 kg de peso (si pesa 60 kg ha de ingerir 3 cápsulas). Ha de tomarlas juntas, y si las acompaña de ácido acetilsalicílico (1/4 de aspirina es suficiente) se obtiene mejor resultado. También es recomendable que el paciente asmático, cuando no tenga crisis, se tome una cápsula de DHA  cada día, ya que se ha visto que el DHA reduce el número de episodios agudos de asma.

Los expertos atribuyen la aparición de estos trastornos de la inmunidad, a problemas en el desarrollo del sistema inmunitario del niño en la época perinatal (embarazo y lactancia). Y al igual que ocurre con el desarrollo de otros sistemas como el nervioso, la ingesta de DHA por parte de la madre parece influir decisivamente en el desarrollo del sistema inmunitario del niño, de tal forma que cuando la ingesta de DHA materna es baja la maduración del sistema inmune del niño es deficiente. Y si se ha visto que las madres que padecen asma, alergias alimentarias, eczema atópico, etc., cuando tienen dietas con baja ingesta de DHA durante el embarazo y lactancia, tienen más riesgo de que sus hijos padezcan estos mismos problemas.

Dependiendo de cada caso particular, la ingesta diaria de entre una y cuatro cápsulas de DHA, ayudará a reducir el riesgo de problemas de desarrollo en los niños, incluidos los trastornos del sistema inmunitario.

Y recuerden que en la época perinatal, la madre es la única vía de acceso al DHA que tiene el niño.

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DHA, UN ACEITE PARA LA VIDA

A lo largo de mis años de estudio sobre el DHA, he tenido ocasión de dar conferencias sobre él a médicos, pero también a pacientes, y algo que he percibido en esos momentos de cercanía a esas personas, que en muchos casos oían hablar por vez primera sobre el DHA, es su mezcla de entusiasmo y escepticismo.
Entusiasmo por haber encontrado una cápsula “maravillosa” que puede aliviar su sufrimiento o el de sus familiares o pacientes en general. Y escepticismo, porque no creen que pueda haber una cápsula “maravillosa” que sirva para todo el mundo, tenga lo que tenga. La panacea universal no existe. Esto me hace reflexionar sobre nuestra mentalidad a la hora de buscar soluciones a nuestros problemas de salud. Queremos y buscamos un fármaco que nos cure, sin cambiar nuestra forma de vivir o nuestra alimentación. Nos hemos vuelto cómodos.

Porqué el DHA tiene tanta importancia para nuestra vida y nuestra salud? Para responder a esta cuestión hay que imaginarse nuestro planeta hace más de 600 millones de años. La vida ya había nacido hacia mucho, pero tan sólo eran organismos unicelulares que trataban de sobrevivir. Para ello encuentran un aliado en las asociaciones de simbiosis, y comienzan a surgir los organismos pluricelulares. Es en ese momento, cuando la vida adopta al DHA como una de esas pocas moléculas que son imprescindibles para continuar evolucionando.
Me viene a la memoria uno de los científicos de ficción de la película Jurassic Park, cuyo nombre no recuerdo, pero si cuando dice: “La vida se abre camino”. Pues parece que hace 600 millones de años, “la vida” eligió al DHA junto a otro puñado de moléculas para abrirse camino, y a lo largo de la evolución se ha conservado, y ha ido tomando cada vez más importancia para la supervivencia de todos los seres vivos.

Pero si es tan importante, porqué no lo producimos nosotros mismos? Porqué dependemos del DHA que producen las algas? Sin duda, esto es debido a que las formas de vida primitivas evolucionaron en el agua, en un entorno donde disponían de nutrientes “gratis”, como por ejemplo, el DHA producido por las algas. Así que por economía, dejaron de producir muchas moléculas, entre ellas los ácidos grasos omega-3.
Seiscientos millones de años de evolución, con algunas extinciones masivas por medio, aparece el Homo sapiens en la cúspide evolutiva. Y parece que en mayor medida gracias al aumento de su capacidad cerebral, la cual se ha conseguido con la colaboración incuestionable de la molécula de DHA.

En nuestros días, se continúa investigando y profundizando en el conocimiento científico sobre los mecanismos de todo tipo en los que está implicado el DHA y que tienen relación con muchas enfermedades, trastornos e incluso el propio envejecimiento. Sin embargo, considero que hay suficiente evidencia científica para ofrecer a la comunidad la recomendación de incrementar la ingesta de DHA de forma sensible. Y aunque estoy absolutamente de acuerdo en que esto debería pasar por un aumento notable en el consumo de pescado (una ración diaria o como mínimo cada dos días), comprendo lo difícil de cambiar nuestras pautas de alimentación, fuertemente arraigadas en nuestros hábitos y gustos.

En estas circunstancias, debo recomendar la ingesta de suplementos dietéticos para evitar la carencia de un nutriente básico como el DHA. Tomar una cápsula al día de DHA, nos aporta tanto DHA o más que una ración de pescado. Esta dosis, es suficiente para mantener un nivel adecuado de DHA en nuestras células, que va a redundar en beneficios para nuestra salud.
No obstante, en determinadas situaciones patológicas puede ser necesario aumentar considerablemente la dosis de DHA ingerida, para ayudar a nuestro organismo a alcanzar su recuperación. Es obvio que resulta inviable mediante el consumo de pescado. En cambio, las cápsulas de DHA si nos permite consumir grandes dosis de DHA sin esfuerzo. Es recomendable en estos casos, consultar con un terapeuta experto en el manejo del DHA.

Javier Terán. Doctor en Bioquímica y Biología Molecular.

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DHA EN LOS TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA

El autismo es un trastorno que nos sobrecoge porque afecta a niños, y aunque se le llama raro por su reducida frecuencia, también es raro por lo difícil que está resultando desentrañar su causa. Esto es terreno abonado para que florezca cualquier hipótesis, que en tanto no sea rebatida con evidencias, debe ser tenida en cuenta, a la vez que cuestionada. Y es que a priori ninguna hipótesis debe ser descartada, por muy rebuscada que parezca.

Hay que recordar los ríos de tinta que corrieron para atribuir a la vacunación de los niños la causa de los trastornos en su neurodesarrollo. Muchos padres optaron por no vacunar a sus hijos, quizás sin considerar otros riesgos mayores. Estudios recientes han demostrado que esta hipótesis era errónea, y que la vacunación no influye en el riesgo de desarrollar un trastorno del espectro autista.

Hay alguna hipótesis sobre las causas del autismo que sea plausible? Antes de contestar, veamos algunos datos contrastados. El autismo tiene una base genética, aunque es posible que ciertos factores ambientales puedan influir también. Algunos de los genes que codifican las proteínas de unión a ácidos grasos (FABP son las siglas en inglés) están alterados en los autistas, en especial la FABP7 que es la que tiene mayor afinidad por el DHA. Cuando a niños con trastornos en el neurodesarrollo se les administra DHA, se obtiene mejoría.

Con estos datos, y otros muchos obtenidos de las investigaciones realizadas, se puede confeccionar una hipótesis que, aunque discutible, merece el derecho a ser tenida en cuenta.

El cerebro está compuesto principalmente por grasa (el 60% de su peso seco) siendo una gran parte ácidos grasos poliinsaturados, entre los que destaca por su abundancia el DHA. En los primeros años de vida, el cerebro se desarrolla, las neuronas se multiplican, migran, y establecen conexiones sinápticas entre ellas mediante los axones y dendritas. Para esta maduración, el cerebro necesita cantidades de DHA muy superiores al resto de órganos, y cuando no llega suficiente se producen alteraciones en el neurodesarrollo normal.

Los motivos por los que no llega suficiente DHA al cerebro pueden ser varios. El primero una dieta muy deficitaria en DHA u otros omega-3, algo muy normal en las dietas occidentales caracterizadas por abundante comida basura. Pero también debido a los demasiado cortos periodos de lactancia de los bebes.

Otra causa es la ausencia de síntesis endógena de DHA a partir de omega-3 de cadena corta, ocasionada por mutaciones que afectan a las enzimas desaturasas  y elongasas que intervienen en el metabolismo de los ácidos grasos.

Pero aunque la cantidad de DHA que tenga el niño sea normal, ciertas mutaciones genéticas pueden dificultar la llegada de este DHA a las zonas precisas del cerebro, causando trastornos en el neurodesarrollo. Estas mutaciones afectan a los genes fabp, que codifican las proteínas de unión a ácidos grasos, de las cuales las que afectan a la FABP7, son las que se han relacionado con trastornos del espectro autista. FABP7 es la proteína con mayor afinidad por el DHA, y la que facilita que el DHA se pueda desplazar por el cerebro, llegando hasta los últimos rincones, pudiendo alcanzar las concentraciones óptimas para que se produzca un desarrollo adecuado del niño en áreas tan importantes como la inteligencia, el aprendizaje, el comportamiento, la afectividad, las emociones, y en definitiva en todo lo que nos convierte en humanos.

Con frecuencia, se producen alteraciones genéticas en varios genes a la vez, que hacen que se produzcan variaciones en la secuencia espacial y temporal de la maduración del sistema nervioso central. Esto da lugar a diferentes tipos de trastornos, porque se afectan más a unas áreas del cerebro que a otras, pudiendo encontrar a niños autistas que tienen perfectamente desarrolladas algunas zonas del cerebro, con las capacidades que gobiernan esas áreas muy avanzadas, mientras que otras están mal y no llegan a funcionar correctamente. Por eso podemos encontrar autistas con gran capacidad para las matemáticas o para la música y muy baja capacidad afectiva o emocional.

Bueno, ya tenemos una buena hipótesis sobre la causa del autismo, pero, que hacemos con estos niños? Podemos ayudarles? En mi opinión deberíamos intentarlo a través de la medicina ortomolecular. En primer lugar, hay que asegurar un buen aporte de DHA a la madre durante la gestación y el periodo de lactancia, para esto, lo mejor es recurrir a un suplemento de DHA puro y concentrado en forma de triglicérido, que aporta un gramo de DHA con cada cápsula. Con el consumo de una cápsula de DHA al día, una mujer se aseguraría una ingesta adecuada para un correcto desarrollo del feto. Sin embargo, si hubiese riesgo de que el niño padeciera algún trastorno del neurodesarrollo, seria deseable elevar la ingesta de DHA en la mujer embarazada a un mínimo de cuatro cápsulas diarias de DHA durante este período en el que el aporte de DHA al feto o al bebé lactante depende por completo de la madre.

Cuando el caso es el de un niño que padece un trastorno del espectro autista, se le debería suplementar con una dosis suficientemente elevada de DHA que permita compensar la dificultad de distribución que ocasionan sus alteraciones genéticas.

Javier Terán. Doctor en Bioquímica y Biología Molecular.

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BEBÉ Y MAMÁ…UNIDOS POR EL DHA.

En la vida de una mujer hay una etapa en la que debe preocuparse de tener una nutrición muy correcta: el embarazo y la lactancia.
El bebé necesita que su mamá tenga una dieta sana para que su desarrollo pre y post natal sea saludable y para esto, los suplementos dietéticos son de gran ayuda.
Cada vez hay más estudios que muestran los beneficios de los ácidos grasos omega 3, especialmente del DHA, para la mamá y el bebé, y han surgido muchos productos que los contienen destinados a la mujer embarazada y en lactación.

¿Porque el DHA es tan importante durante el embarazo?

Sabemos que durante el desarrollo prenatal, hay una gran demanda de ácidos grasos para la formación del cerebro del bebé, especialmente de DHA, el cual supone la mitad aproximadamente del peso de las membranas celulares del cerebro. Un tejido que aún necesita más DHA, es la retina.

Durante la gestación, el DHA comienza a acumularse rápidamente en el cerebro y la retina del bebé, y continúa haciéndolo a lo largo de los primeros años de su vida. Por esto, es muy importante que tanto la mamá como el bebé tengan suficiente DHA en su dieta, mediante suplementos dietéticos si es preciso.
Numerosos estudios demuestran también, que mantener niveles saludables de DHA durante el embarazo, mejora el desarrollo neurológico, incluido la memoria, el lenguaje y la vista. Estos estudios han comprobado que niveles más altos de DHA en los glóbulos rojos y el plasma de la madre, y en la sangre del cordón umbilical, están asociados a mejor puntuación en los test de medida del desarrollo neural y visual del niño.

Además, niveles más elevados de DHA en la leche materna, están asociados con mejor visión a los 2, 4 y 12 meses de edad.
De los beneficios para el bebé también participa su madre. En efecto, los estudios han demostrado que tomar DHA durante la gestación, puede extender la duración de esta, reduce la incidencia de nacimientos prematuros y de bebés con bajo peso al nacer, ayuda al bienestar mental de la madre reduciendo la posibilidad de padecer depresión postparto, reduce la aparición de diabetes gestacional y de resistencia a la insulina fetal, reduce la incidencia de alergias y alteraciones metabólicas, y reduce los daños cerebrales provocados por la hipoxia perinatal.
La madre debe comprender que la salud futura de su bebé está en sus manos, y que las bases para que su hijo sea un niño sano debe de ponerlas desde los primeros momentos de la gestación, cuidando mucho su alimentación y sus hábitos de vida.

¿Cuanto DHA es suficiente?

El embarazo y la lactancia están asociados con una bajada importante de las reservas maternas de DHA, debido a la transferencia de DHA al feto en desarrollo o al bebé lactante. Por lo tanto, si la dieta no puede, la suplementación es un medio para asegurar que la embarazada esta obteniendo suficiente DHA para si misma y su niño. Las autoridades sanitarias recomiendan el consumo de pescado varios días a la semana, durante el embarazo y la lactancia, pero indicando que es mejor el consumo de peces pequeños como la anchoa o la sardina, porque tienen bajo nivel de toxinas. Para las mujeres que no consumen pescado durante el embarazo, las autoridades europeas recomiendan la suplementación con al menos 200 mg diarios de DHA.

En mi opinión, esta recomendación es demasiado escasa y además no tiene en cuenta las características del suplemento que la mujer va a elegir. Hay comercializados multitud de preparados que publicitan contener DHA, pero no todos son iguales. Para alcanzar la máxima absorción de DHA, es importante su concentración, su proporción respecto de EPA (el otro omega 3 de cadena larga), y la forma química en la que se encuentra.

Sería largo detallar las razones técnicas, pero mi recomendación es un complemento que tenga una concentración del DHA superior al 80%, que tenga una proporción de DHA respecto a EPA lo más elevada posible, y que vaya en forma de triglicérido. Esto lo cumple DHA ORIGEN NPD1, cuya obtención parte de un aceite procedente de anchoas de las frías y limpias aguas del sur del Océano Pacífico, y que mediante el mejor método de purificación, llamado “Concentración Supercrítica con CO2”, se separa del resto de ácidos grasos así como de cualquier tóxico que pudiese tener. Cada cápsula de DHA contiene 1000 mg de DHA prácticamente puro en forma de triglicéridos.

bebe dhaSe ha comprobado que en Japón, cuya dieta es la más abundante en pescado de todo el mundo, la leche de las madres lactantes contiene una media del 1% de DHA respecto del total de grasas. Para alcanzar este porcentaje, una madre que no tomase pescado en su dieta, debería suplementar su alimentación a diario con algo más de un gramo de DHA. Considero lógico tomar como referencia este dato para recomendar que las mujeres gestantes y lactantes tomen al menos una cápsula de DHA, aunque si se tomasen 2, 3 ó 4 cápsulas, los beneficios tanto para el bebé como para la mamá serían cada vez mayores.

Javier Terán. Doctor en Bioquímica y Biología Molecular.

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DHA + COLÁGENO = SINERGIA EN OSTEOARTRITIS

”Los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 de cadena larga en el líquido sinovial y el plasma de pacientes con artritis inflamatoria.”
Mahin Moghaddami, Michael James, Susanna Proudman, Leslie G Cleland
Prostaglandins Leukot Essent Fatty Ácids. June 2015. Volume 97, Pages 7–12

Resumen:

Se ha examinado a 36 pacientes con efusión de rodilla en el contexto de una variedad de diagnósticos reumáticos y variada ingesta de aceite de pescado (desde 0 a 30 mL diarios de un aceite de pescado estandard) y de diferente duración, para estudiar la relación entre los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega 3 (AGPICLn3) en el plasma y el líquido sinovial.

En un subgrupo de pacientes se estudió la correlación entre los AGPICLn3 en las células mononucleares del líquido sinovial y los sobrenadantes libres de células de ese líquido sinovial, y entre esas mismas células mononucleares y las células mononucleares de sangre periférica. También se comprobaron las correlaciones entre los datos clínicos (ingesta de aceite de pescado recogida y puntuación del dolor) y los AGPICLn3.

Las correlaciones entre los AGPICLn3 del plasma y del líquido sinovial fueron muy fuertes. Los perfiles de AGPICLn3 de los sobrenadantes de líquido sinovial diferían de los de las células mononucleares. Los perfiles de AGPICLn3 de células mononucleares de sangre periférica y líquido sinovial fueron similares, excepto por una mayor proporción de DHA en los últimos.

Se observaron correlaciones positivas entre el nivel de ingesta de aceite de pescado y el de EPA o DHA en plasma y líquido sinovial. El nivel de AGPICLn3 en plasma y líquido sinovial se correlacionaba inversamente con la puntuación de dolor.

En conclusión, el nivel de AGPICLn3 en plasma es un fuerte indicador del nivel de AGPICLn3 en líquido sinovial en un amplio rango de diagnósticos reumáticos e ingestas de aceite de pescado. Los mayores niveles de AGPICLn3 en plasma y líquido sinovial estaban asociados con menor experiencia dolorosa.

Comentario del traductor:

Algunas de las enfermedades que aparecen más frecuentemente con el paso de los años, afectan a las articulaciones. Se las considera degenerativas, es decir, que irán empeorando con el paso de los años; son muy invalidantes, provocando con frecuencia la baja laboral del paciente; y son muy dolorosas, hasta tal punto, que los que las sufren dicen que se han acostumbrado a vivir con dolor.

Aunque las causas de estas enfermedades son muy variadas, las más frecuentes son la artrosis y las artritis reumáticas. No obstante, todas comparten síntomas similares, como el dolor y la inflamación. Y en cuanto al daño en la articulación, este comienza afectando al cartílago que recubre y protege a la zona de hueso que esta en contacto con el otro hueso. Por ejemplo, en la cadera recubre la cabeza del fémur y el acetábulo donde este se encaja; o en la rodilla, donde recubre los extremos de tibia y fémur que están próximos, y también forma los meniscos.

A pesar de su apariencia inerte, el cartílago es un tejido muy especializado, donde sus células llamadas condrocitos, tienen la misión de fabricar una gran cantidad de proteínas, la más importante el colágeno, y otras macromoléculas, que liberan al exterior y que van a proporcionar al cartílago sus propiedades de elasticidad y resistencia. Cuando por algún motivo, aparece alguna de las enfermedades que afectan a la articulación, se pone en marcha el mecanismo llamado inflamación, y que es debido a la producción de unas serie de moléculas que van a activar el sistema inmune, en un intento por combatir la causa del problema y reparar los daños. Esto es posible casi siempre que la causa es traumática o infecciosa.

Sin embargo, en otras ocasiones, las defensas son incapaces de solucionar el problema e incluso en otras el sistema inmune es el causante de la enfermedad (autoinmunes). En estos casos la inflamación se hace crónica y comienza a producirse degeneración del cartílago, debido principalmente a que los condrocitos mueren (apoptosis) y deja de renovarse la matriz del cartílago, el cual va desgastándose progresivamente hasta llegar a desaparecer.

La inflamación se acompaña de algunos signos característicos, como son tumor (hinchazón debida a la liberación de líquidos y glóbulos blancos desde los capilares sanguíneos), calor (debido a la elevada actividad metabólica en la zona), rubor (debida a una intensa vasodilatación), y dolor (provocado pincipalmente por la liberación de moléculas que actúan sobre receptores en las terminaciones nerviosas). Todos estos signos nos indican que nuestro cuerpo lucha por recuperarse. Cuando esta recuperación no llega, la inflamación se hace crónica, y también sus signos, en particular el dolor, que se va haciendo más intenso a medida que se deteriora el cartílago articular.

¿Qué remedios nos aporta el conocimiento científico actual, para ayudar a nuestro organismo a recuperar la salud en estas enfermedades, incurables y degenerativas la mayor parte? ¿O es que sólo nos queda tomar fármacos para el dolor?

Sin duda hay un remedio, pero tenemos que buscarlo en la nutrición ortomolecular. En primer lugar, se debe incorporar en la nutrición una dosis del omega 3 DHA, que ayude a resolver la inflamación, que ayude a los condrocitos a evitar la apoptosis, y que nos ayude a reducir el dolor. Sabemos cuales son los mecanismos que median en la acción del DHA, y próximamente los detallaremos. Porque ahora lo que es prioritario es explicar, cuanto DHA, qué DHA, y como hay que tomar el DHA, para obtener el resultado que buscamos.

A la primera cuestión, la respuesta es cuanto más mejor, pero como mínimo 50 miligramos de DHA por cada kilo de peso y día, que equivale a 1 gramo de DHA cada 20 kilos de peso. Y eso si el DHA que tomamos es puro, porque si se trata de una mezcla de DHA y EPA habrá que corregir la dosis de DHA al alza, dependiendo de la proporción de ambos. Lo mejor es elegir un DHA que contenga 1 gramo de DHA prácticamente puro por cápsula, y tomar una por cada 20 kg de peso. Y así queda aclarada la segunda cuestión.

La dosis de DHA que sea preciso tomar, debemos ingerirla en una sola toma todas las cápsulas juntas, mejor en una comida sin grasas y por supuesto sin pescado. De esta forma conseguiremos dos objetivos: la absorción de la máxima cantidad de DHA y que a partir de el se produzca una cantidad significativa de neuroprotectina D1 (NPD1), un derivado enzimático que es la pieza clave de nuestros mecanismos antiinflamatorios endógenos. Si además acompañamos la dosis de DHA con un cuarto de aspirina (siempre que su médico esté de acuerdo y le permita tomarla), la eficacia aumenta sensiblemente. La explicación también la daré próximamente.

¿Se puede hacer algo más para tratar al paciente con artritis o artrosis? Pues en efecto, se puede y se debe complementar el tratamiento de DHA, con un producto que incremente la síntesis de colágeno en los condrocitos. Porque una vez que hemos evitado que esas células mueran, debemos nutrirlas adecuadamente, y para ello el complemento idóneo es un complementos alimenticio que contiene los aminoácidos precursores necesarios y los cofactores que precisan los condrocitos para incrementar la síntesis de colágeno, recuperar las cualidades del cartilago, y asegurar su máxima resistencia al desgaste.

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Teoría cuántica sobre el papel irreemplazable del ácido docosahexaenoico en la señalización celular neural a lo largo de la evolución.

Crawford MA, Broadhurst CL, Guest M, Nagar A, Wang Y, Ghebremeskel K, Schmidt WF.

Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids. 2013 Jan;88(1):5-13.

Resumen:

Hace seis cientos millones de años, la grabación fósil nos muestra la súbita aparición del detalle intracelular y los phyla 32. La “Explosión Cámbrica” marca el inicio de la vida aeróbica dominante. Las estructuras intracelulares fósiles son tan similares a los organismos existentes, que probablemente estaban hechos con proteínas y lípidos de membrana similares, los cuales en conjunto son determinantes para su organización y especialización. Mientras que los aminoácidos pudieron ser sintetizados hace unos cuatro mil millones de años, sólo el metabolismo oxidativo permite la síntesis de ácidos grasos altamente insaturados, produciendo así nuevas especies moleculares de lípidos para las membranas celulares especializadas. El ácido docosahexaenoico (DHA) proporcionó el núcleo para el desarrollo del fotorreceptor, y la conversión de los fotones en electricidad estimuló la evolución del sistema nervioso y el cerebro. Desde entonces, el DHA ha sido conservado como el principal componente acílico de las membranas sinápticas y de la señalización neuronal de los fotorreceptores en los cefalópodos, peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos y humanos. Esta conservación extrema en las membranas con señalización eléctrica, a pesar del gran cambio genómico, sugiere que fue el DHA el que dirigió al ADN más que la vía contraria generalmente aceptada. En este articulo ofrecemos una explicación teórica para tal conservación extrema, basada en la mecánica cuántica de las propiedades del DHA. La estructura molecular única del DHA permite la comunicación y transferencia cuántica de electrones π, lo que explica la precisa despolarización de las membranas de la retina y la cohesiva y organizada señalización neural que caracteriza a la inteligencia superior.

Comentario del traductor:

Que la posición que ocupa el DHA en el cerebro y sistema nervioso (SN) es “irreemplazable”, lo demuestra que cuando en situaciones de privación extrema de DHA se reduce ligeramente su nivel en el tejido neural, su lugar no lo ocupa ni EPA ni otro omega 3, y por el contrario, es sustituido por el omega 6 DPA. Esto nos induce varias reflexiones:

1. Que al no tener EPA una presencia significativa en el SN, se hace difícil pensar que este omega 3 pueda tener importancia en la fisiopatología de las enfermedades que lo afecten, ni tampoco en su tratamiento.

2. Por el contrario, al estar el DHA tan ligado y conservado en los tejidos neurales, si podemos pensar en su implicación fisiopatológica en esas enfermedades, y por tanto en emplearlo como tratamiento.

La gran disparidad de resultados que se encuentran en los estudios clínicos realizados con EPA y DHA en trastornos que afectan al SN, están motivados en su mayor parte por el empleo de tratamientos heterogéneos en los que no se han cuidado ni la composición, ni la proporción, ni la concentración de ambos omega 3. Además, muchos de esos estudios se han realizado con muestras demasiado reducidas, sin tener en cuenta un estudio nutricional de los participantes, y otras deficiencias de diseño que hacen poco fiables los resultados obtenidos. La posterior realización de metanalisis con estos estudios tan poco fiables, no generan tampoco suficiente confianza en los resultados clínicos obtenidos.

Por el contrario, los estudios bioquímicos y genéticos realizados “in vitro” y con animales de laboratorio modelos de diferentes patologías, están arrojando luz sobre las funciones moleculares de los omega 3 de cadena larga EPA y DHA, así como sobre los mecanismos a través de los cuales ejercen la modulación de la inflamación y la inmunidad, del neurodesarrollo y el neuroenvejecimiento, e incluso en el cáncer. Estos mecanismos están relacionados con los eicosanoides y docosanoides derivados enzimáticos de EPA y DHA respectivamente, que ejercen su función en cantidades del rango de nano y micro gramos, actuando sobre los factores nucleares que activan o no diferentes genes y vías de expresión genética.

Según estos estudios no caben dudas, si hemos de suplementar nuestra nutrición con un omega 3, hagámoslo con un DHA lo más concentrado posible, con la mayor proporción posible de DHA respecto de EPA, y cuya composición sea de trigliceridos de DHA. Y además, comprobemos que la cantidad de DHA que nos aporta sea elevada, al menos de un gramo diario. Todas estas exigencias las cumple un DHA que ha sido purificado mediante el más moderno método de separación molecular (concentración supercrítica con CO2) y aporta un gramo de DHA en cada cápsula.

Javier Terán.

Doctor en Bioquímica y Biología Molecular.

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